7. UN DÍA EN MI CURRO


CAPÍTULO 7
-UN DÍA EN MI CURRO-
Me sorprende hasta a mí decirlo, pero ¡llevo ya  9 meses trabajando en Holanda! Cuando llegué aquí, estuve un tiempo haciéndome al lugar e intentando aprender el idioma (que no es fácil por si alguien lo ponía en duda). Cuando los ahorros empezaron a bajar considerablemente, supe que era hora de ponerse a trabajar de nuevo. La búsqueda fue difícil, y en ese momento me di cuenta de que no sólo necesitas Inglés para poder trabajar (como mucha gente dice). El Holandés es muy importante también y muchos trabajos que podría haber solicitado, perfectamente, fueron descartados por el factor idioma. 
Entonces cambié la estrategia. Como en aquel momento mi Holandés era nivel básico (por llamarle de alguna manera), me centré en buscar empresas internacionales y ,suerte la mía, di con una Irlandesa, donde llevo ya más de medio año currando. ¡Ni tan mal! Pasé de estar pringando todos los festivos y fines de semana habidos y por haber, a hacer un horario de lunes a viernes en el que a las 16:30h ya estaba pillando mi bici de vuelta a casa. 

6:30h de la mañana y suena la alarma del móvil. Como siempre, no me levantaré hasta que no lo posponga un par o tres de veces más. Aunque suelo decir que me levanto a esa hora, más bien suele terminar siendo sobre las 7h/7:05h.

La teoría: Debería levantarme a esa hora para poder llegar al trabajo sin estrés, ya de buena mañana. 
La práctica: Esos 30 minutillos extras me dan la vida y puedo rebajarlos fácilmente si no miro el teléfono, no me empano 10 min sentada en el WC pensando en la nada, ni me recreo en la ducha bajo el agua calentita.

En realidad, que me levante pronto depende SOLAMENTE de un factor clave: La lluvia. Con la primera alarma, en la oscuridad con el ojillo aún cerrado miro como puedo la pantalla iluminada y busco la App del tiempo. ¡Esa App me ha cambiado la vida! Puedes saber con extrema exactitud si te vas a poner empapada de agua o no. Así que, si veo que viene una mancha de lluvia me doy prisa para irme con mi novio (que va en coche) y así no he de ir en bici. No quiero gafarme, pero tengo bastante suerte. Mi novio trabaja relativamente cerca de mi trabajo y siempre pasa por delante de mi empresa de camino a la suya.  ¡Qué suerte la mía! Si veo que viene lluvia siempre tengo el comodín del novio. Esta estrategia me ha librado varias veces de un final fatal ya de buena mañana. 

7:35h, desde la ventana veo el camión de la basura que me recuerda que ando justa de tiempo y que, efectivamente, me quedan 15 min para salir por la puerta. Aun tengo que: ponerme el rimmel, terminar de plancharme el pelo, vestirme y preparar el yogurt para la ofi. Rápida cual gacela, siempre suelo conseguir estar lista a tiempo en la puerta, con mi mochila cargada de munición de comida (para superar el hambre tan mala que entra en los despachos).

7:51h, saco la bici (que pesa como un muerto) de espaldas a la calle y  con cuidado de no tropezarme con los escalones, que separan en dos niveles mi casa de la acera. Acto seguido, miro repetidamente hacia los dos lados de la calle para asegurarme que no pase nadie. Toda medida de seguridad es poca para que no me vuelva a ocurrir como aquella vez que: casi golpeo a un pobre perro que estaba paseando por detrás mío mientras forcejeaba con el artefacto de acero de dos ruedas. La historia podría haber terminado en tragedia, pero como tengo “suerte” pude frenar a tiempo. Cuando aseguro con la mirada el perímetro me monto en la bici, me coloco los cascos, enciendo podcast y empieza la rutilla. 

Mi casa está ubicada a escasos 15 min en bici si vas tranquila, y a 10 min si vas con la quinta marcha y pedaleando a full. Pero como siempre, y hoy no es la excepción, voy justa de tiempo y no llueve, así que toca correr. Acelero, y empiezo a adelantar a los lentos que no tienen prisa mientras pillo la velocidad punta. A mi lado, pasan todas las e-bikes y motillos conducidas por gente de toda clase de edad que se dirige a la escuela, trabajos u otros. 

Cuando llego a la cuesta del final de la calle, es gloria para mí y me permite coger un poco de velocidad extra para encarar el final de la etapa. Paso por el semáforo que cambia rápido y en el que tienes que acelerar para que no te pille y con la misma inercia llego a la puerta de mi trabajo.

Cosas positivas de ir en bici: Va genial para el figurín, pro medio ambiente, no gastas dinero en gasolina, no te comes atascos.
Cosas negativas: Sudas como un pollo, siempre llegas con calor a los sitios, el pelo liso desaparece y si llueve la has cagado.

8:01, Al fin llego. Una vez más, mi pelo no ha sobrevivido a la velocidad punta que he pillado y está igual que cuando terminas de secarlo con el secador. Meto en la mochila la chaqueta que está tirada en la cesta de la bicicleta y que me he quitado durante el trayecto cuando me ha entrado el calor. Después abro la puerta. Como siempre, soy la primera, y eso me da un poco de libertad para poder tomarme las cosas con calma. Entro en el almacén, que es donde guardo la bici, y con cuidado intento no tocar a ninguna de las arañas que se hayan colgando estratégicamente en todos los lugares por los que tengo que pasar. Mi compañera, La Rusa, un día dijo que las arañas atraen el dinero, y desde entonces parece que en mi empresa se lo han tomado muy en serio porque no se ha matado ninguna. ¿Y por qué no las mato yo? No es muy difícil saber la razón. 
Hago Matrix, para no tocar a ninguna de ellas, mientras aprieto el botón que abre la persiana. Con el movimiento, se zarandean las arañas que se han instalado en la puerta y que mientras suben con la persiana quedan a un palmo de distancia de mi cara. Mientras las observo, siempre espero el momento en el que una de ellas salte a mi cara, me toque y muera allí mismo. 

8:05, Después del drama, subo a mi puesto de trabajo mientras me quito los restos de telaraña que se me han pegado en la cara y enciendo las máquinas de café. Mis compañeros siempre vienen un poco más tarde y para ese entonces ya tengo el café preparado. En mi empresa hacer café es un arte. Utilizamos unas máquinas especiales en el que tienes que  moler el café previamente y luego calcular los ml de agua por el tiempo que necesita. De buena mañana, eso se asemeja a tener que desactivar una bomba. Como no calcules bien todos los factores clave del café, el resultado se asimila a un agua de fregar. Mi jefe que tiene el morro fino lo detecta en 0, .

Como me conozco, para no liarla, he hecho una tabla con todas las medidas ya calculadas para no tener que pensar ya de buena mañana y   para las 8:45h, ya lo tengo listo. Progresivamente, llegan mis compañeras: La Griega, La Rusa y por último mi Jefe, El Irlandés.  Después de la cata del café, y con la aprobación visual de mi jefe ya puedo respirar de nuevo. 

9:45h,  No me puedo aguantar más. He de ir a hacer pis. El café me da sed y bebo agua en cantidades indecentes. Por esa hora ya se ha preparado otra cafetera y me han preguntado amablemente si quiero más. 
Después del primer día en el que tuve que beber a palo seco un café más negro que el carbón, me traigo siempre leche. Ahora ya se ha normalizado, pero al principio siempre se reían de mí cuando veían las proporciones de la mezcla. Yo siempre respondo: This is typically Spanish, se ríen y me dejan en paz.

Para las 11:00h ya me duele la cabeza. Hablar con mi jefe es como estar en un constante examen de Inglés de Cambridge en el que han puesto un Listening super difícil para joderte y que suspendas. Ahora ya lo llevo mejor porque he agudizado el oído. ¡Qué manera de pronunciar!

A las 12:30 es hora del lunch. Como somos internacionales nos preparamos tuppers llenos de comida. Todo lo contrario que los Holandeses. De hecho, mi novio solo se lleva pan con cosas y una pieza de fruta. Yo, Spanish way, el día anterior me preparo una buena ración para poder sobrevivir las 8 horitas de jornada laboral. Mientras comemos, debatimos todo tipo de temas de interés que no dejan indiferente a nadie. Al haber un mix de culturas, cada uno tiene un pensamiento diferente y hay que tener mucho cuidado con lo que comentas si no quieres meter la pata. Lo gracioso es cuando le preguntas su opinión a la Rusa. Nunca sabes con qué tipo de historia chunga de la Soviet Union te va a sorprender. Para hacerse una idea, un día, sin venir mucho a cuenta con la conversación, dijo que tenía una pistola en su casa. Primero lo dijo seria. Después al ver nuestra reacción, se empezó a reír como una posesa y dijo que era broma. 
Sinceramente no sé que pensar. Pero por si acaso no quiero descubrir la verdad. 

Después de la comida, lucho por no quedarme traspuesta e ingiero 2 chicles para poder mantener los párpados abiertos. La hora crítica es desde las 13h  hasta las 14:30h ¡Qué mal se pasa! Me ofrecen el cuarto café del día y niego con la cabeza mientras sonrío y pienso que esta gente tiene una adicción muy chunga. 

16:30h es la hora en la que, si todo ha ido bien, me piro. Primero miro el radar para ver si viene lluvia. Si es así, aviso a mi novio para que me venga a buscar de vuelta de su trabajo. En mi empresa le han bautizado como el Uber. Como hoy he visto que no va a llover, a las 16:31h cierro el ordenador y dejo la mesa recogida para el día siguiente. Después de que mi jefe haga alguna bromilla, deseo a todo el mundo una feliz tarde y vuelo hacia abajo. Meto los tuppers limpios en mi mochila y repito una vez más el protocolo anti arañas.

Salto en la bicicleta y dejo atrás el despacho en el que me esperan mil historias y anécdotas para contar que superan la ficción.

Solo quedan cuatro días más para el fin de semana.

Nota mental para mañana: Traer nuevo Brik de leche.



Muchas Gracias

Comentarios

Cecilia ha dicho que…
Me encanta greta
Sigue escribiendo

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