4. VIVIR CON UN CHEF


CAPÍTULO 4
-VIVIR CON UN CHEF -


No solo me he mudado a otro país, sino que también me he ido a vivir con mi novio. Es por eso que la aventura está siendo por partida doble.
Él trabaja como chef de un restaurante holandés, al cual he ido varias veces y todo está buenísimo. Cuando suelo explicar esto, la mayoría de personas suele reaccionar con los mismos ,ya predecibles, comentarios de este estilo:


- ¡Wow, que guay ,así no tienes que cocinar!
- ¡Que lista que eres, te has agenciado un chef!
- Él cocina y tú limpias, ¿no?


Bueno, la última he de reconocer que es verdad. Yo suelo limpiar o realizar el papel de pinche, ya que prefiero que sea él el que cocine y yo quedarme en segundo plano. Así seguro que no la cago. Pero no es ninguna ganga, la verdad, todo lo contrario. Creo que preferiría que su hobbie fuese la cocina y no su profesión, porque cuando llega de trabajar está tan saturado que no quiere tocar ni una sartén más. Así que hace cosas fáciles y rápidas o ,en el peor de los casos, me toca a mi echar imaginación e intentar hacer algo en condiciones para salvar la cena. Todo lo contrario que en España, al mediodía ellos comen algo ligero como un sándwich o un yogurt con fruta y a las 18:00h, obviamente, están ya muertos de hambre y se zampan el plato contundente. Al ratillo se toman un café o un té con galletas, pastelitos o lo que haya en ese momento en casa y luego, ya a dormir. Eso sí, con más hambre que Dios.

Me considero una persona con muchas cualidades, pero entre ellas no está la de la cocina. Francamente, no está porque nunca he tenido la necesidad/no me he interesado por aprender a cocinar decentemente. Así que ahora mi vida es un  ¡D-R-A-M-A!.

Cuando aún vivía con mis padres, para librarme de cocinar o ayudar en la cocina siempre utilizada "El TOP 3 de excusas para no dar un palo al agua en casa":

1.¡Ay mama, déjame que estoy estudiando!
2.¿No ves que llevo estudiando todo el día y ya me tengo que ir a trabajar?
3.Joder, estoy muy cansada del curro y tengo deberes.
(La mayor parte de las veces con estas excusas había estado ⅓ del rato estudiando y el otro haciendo el pavo con el móvil. Pero son 100% efectivas, siempre colaban).

Esas veces que ya no tenía más remedio y me tenía que hacer algo rápido, siempre era tipo: arroz + atún + huevo/pasta (aliñada con aceite) / pavo o raviolis de espinacas/ envases de arroz al microondas...etc. En el caso que tuviera suerte, porque había sobrado algo del día anterior o mi madre había dejado la comida preparada triunfaba. Lo sé, muy mal.... No es morro, es SUPERVIVENCIA y SIMPLICIDAD.

No me mataba mucho porque la realidad es que siempre iba tarde a los sitios, con lo que no tenía mucho margen para hacer cocina creativa y no tengo una necesidad de comer platos elaborados a diario. Cuando quiero comer así, me voy a un restaurante. La cosa es que este estilo de vida me servía hasta día de hoy.

Vivir con un chef es complicado, porque estos platos sosos y básicos para mi pesar, no suelen colar. Y a parte, también compartimos diferentes culturas gastronómicas e idiomas. Así que a la hora de explicar, es un show. Por ejemplo, ellos utilizan mucho una mantequilla especial para cocinar en vez de aceite. Personalmente prefiero mil veces el aceite, así que le estoy induciendo a la cocina con aceite para que deje la mierda mantequilla de lado. Por otro lado, también añaden a los platos mucha verdura (de la cual no era muy fan hasta que me la tuve que empezar a comer redoblada, porque era lo que había siempre y no quería quedar mal) a lo que haya para comer y siempre lo acompañamos también de PATATA.

Con este panorama llegó un momento, más o menos por la tercera semana de estar aquí, que me salían ya la patatitas por las orejas y me pasé de guay al sugerir añadir algunos platos españoles para poder intercalar un poco este alimento tan utilizado (¡Bendita patata!), que se pensará la gente que lo usamos cada día porque es barato, pero todo lo contrario ¡ Encima es caro!
Pues la cagué. Para entendernos: desde que me dio por cocinar, vivo en una constante temporada de Masterchef. Menos mal que aun no he sido nominada y razones no le han faltado. La cuestión es que cuando tengo que cocinar, me pongo nerviosa porque la presión es tan alta, al querer hacerle algo rico, que al final termino haciendo todo lo contrario.




A continuación: “Las crónicas de una aprendiz de pinche de cocina”: Una vez hice una salsa de tomate casera para la pasta y a mi me sonaba que se le podía añadir un poco de vinito para darle un sabor más auténtico. Como en ese momento no tenía vino blanco, en un ataque de tontería máxima, utilicé vino rosado. [Razonamiento: ¿Pues es vino, no?]
Y además le puse MUCHO. Madre mía, qué sabor más raro se le quedó… Menos mal que lo camuflé un poco con unas hierbas que él tenía por allí y no precisamente de esas tan famosas que se fuman. (chiste fácil)
Otro día hice patatas al horno con pescadito. Yo no tengo un horno de esos de toda la vida. Mi novio fue de moderno y compró un híbrido que es microondas y horno a la vez. Creo que me confundí de botón o no sé qué narices hice, pero al apartarlo, las patatas estaban aún muy duras después de haber estado 20 min... Para disimular, me las empecé a comer diciéndole que era un exagerado y que estaban súper ricas (echándole talento interpretativo). Aunque gané un Oscar a la interpretación, a la tercera patata me entró el asco y las tiré. Él ponía cara de circunstancia porque no quería herir mis sentimientos y me decía que no pasaba nada, que no tenía mucha hambre y que se terminaba el pescado y se hacía un par de tostadas con mantequilla y ya estaba. (¡Qué tristeza! Venía muerto de hambre del trabajo y terminó comiendo un par de tostadas y un trozo de pescado pelao y mondao).     
Por último, en mi diario de las penurias de un pinche de cocina, quiero añadir la historia de cuando quise hacer un Carrot cake. Lo bueno es que hacía un par de semanas lo habíamos hecho juntos y había salido buenísimo. Claramente, luego hubo un boicot en mi elaboración porque me salió bajito y más bien acartonado de aspecto. En mi defensa diré que el sabor estaba muy bueno y yo creo que fue culpa del microhorno. Mi suegra se llevó un trozo, que ya de entrada le costó  partir, y sinceramente, no sé si se lo llegó a comer o lo terminó utilizando cual ladrillo para la construcción del muro del jardín. Nunca lo sabremos. Pero me da una ligera pista que no haya tenido que ir al dentista recientemente.

Pero no todo han sido fiascos, porque una cualidad que tengo es que soy muy cansina y hasta que no me sale no paro. Porque mi cosa era que, por activo y por pasiva, quería sorprenderle con alguno de mis platos. Es por eso que me aventuré con El pollo al chilindrón que me salió tan sorprendente bueno, que el chef  terminó mojando pan. También he probado otro plato estrella de nuestra gastronomía que es, como no: Tortilla de patatas. He de decir que me salen bastante ricas. Lo bueno es que como él no tiene ni idea de la cocina española, cualquier tontería que le haga con un sofrito le encanta. Incluso un día, mientras estaba haciendo la tortilla, le di un chusco de pan con unas patatas fritas que me habían sobrado. Al principio, puso cara de rancio pero cuando le obligué a que se lo comiera ¡Se volvió loco!

Pero no me puedo otorgar todo el mérito de los platos ya que he tirado de el comodín de la video llamada. Gracias a dios existen las nuevas tecnologías y los padres con móviles. Cuando he de hacer algo siempre llamo a uno de los dos primero para corroborar los pasos de la receta y luego hacemos video llamadas en directo para ayudarme mientras cocino. Es como un tutorial de Youtube en el que tienes a un supervisor para dar consejos y responder a preguntas en directo. Muy práctico, pero cuando has de cambiar de cámara interna a externa para que supervise el producto de la sartén mientras está hirviendo y tienes la manos sucias porque estabas abriendo el pollo es un drama. Se te queda la funda del móvil hecha un asco y corres el peligro de que se te caiga en la sartén.

Es por eso, que como no siempre están disponibles para resolver mis dudas, he empezado a buscar recetas por Internet y me he enganchado a ver Masterchef Celebrity que siempre es más ameno. Estoy muy puesta en el tema. Mi nivel de cocina ha mejorado tanto, que incluso un día me atreví a criticar un puré de calabaza que le había quedado aguado. Casi me lo tira encima.

Pero como todo en esta vida también hay sus ventajas. Cuando se pone en modo serio a cocinar es un disfrute para los ojos. La manera que tiene de moverse en la cocina, de cortar, aliñar… ¡Impresionante! A parte, todo lo que hace está rico (cabrón). Así que cuando tiro un poco de cuento y le pido algo diferente, siempre suele caer. Si esque me quejo por gusto. He aprendido muchos trucos nuevos gracias a él y a su paciencia, así que al fin y al cabo no es tan malo vivir con un chef hasta que te toca fregar. Como utiliza tantos cacharros se genera una de platos los cuales, como él ha cocinado, termino fregando yo con su ayuda.

No sé si de este entrenamiento militar saldrá una cocinera con Estrella Michelín, pero por seguro podré dar de comer a mis familiares en futuras comidas sin que nadie tenga que ir al hospital.

Como la navidad está en la vuelta de la esquina, ya hemos empezado a discutir los menús de las cenas en familia. (Navidades a la Holandesa, ¡Esto promete!).Como no, por ir de lista, ya me ha tocado pringar. Desde que hago tortillas de patatas he ido pregonando a los cuatro vientos que las hago buenísimas.  Así que me ha tocado la misión de la tortilla. Pero ya se sabe… Las tortillas de patatas son imprevisibles. Te puede quedar una tortilla de 10 o lo peor del mundo. 50 / 50 porciento de que te maten a cumplidos o que
te encuentres las caras más largas del universo porque está mala.

Espero no cagarla...





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